Ficcion I - Una triste verdad.

Estire los brazos, me puse el saco y calzé sobre mi hombro el cinto de la ataché. El reloj marcan las 18:35, me pasé cinco minutos de la hora de salida, y no pensé en demorar esta un minuto más.



Haciendo el recorrido habitual, saludo a mis compañeros, un entusiasta "Chaú, hasta mañana.", Abro la puerta principal, bajo las escaleras con urgencia, pensando que como hacer tiempo hasta las 21:15, que hacer hasta esa hora, en la cual me dirigiría a Puerto Madero. Salir a esa hora me da un buen margen de tiempo para ir caminando, e ir armando el personaje que debía estar a las 22:00 en el monumento a la Reina de Holanda.



Igual lo que más me preocupa, no es el armado del personaje, algo que no me cuesta mas de 5 minutos, sino en el hacer un tiempo para pensar en mi, de los 45 minutos de recorrido que tengo hasta el lugar citado, 40 son para hacer una revisión de mi vida y de lo que soy, solo 5 son el preparado del personaje.




Entre preocupaciones y pensamientos me doy cuenta que estoy cruzando la Av.Córdoba, por Talcahuano. Una Carcajada se me escapa al darme cuenta que nose si salude o no al portero, me causa gracia que algo tan banal me preocupe. Mas sabiendo lo que se venia despues.




Al llegar a la intersección de las calles Talcahuano y Lavalle, realizo que no se a donde me estoy dirigiendo, en ese momento se me ocurre ir a un café de la Avenida de Mayo, el cual desde hace mas de 7 meses frecuento, este lugar que tan cómodo se me ha hecho, nose si por su aire a viejo o bohemio, se convirtió en una segunda casa.



El celular suena, me saca de mis desvaríos un segundo, no lo miro, ni pienso en contestarlo, ya se quien es, y me molesta que con tres horas por adelantado me llamen para confirmar mi asistencia, saben que voy a ir, saben que necesito ir, me piden por favor algo que ambos sabemos que lo haría aunque tuviera que rogar por ello. Lamentablemente es algo que se fue haciendo mas fuerte que yo, como un narcotico, se fue apoderando de mi, y no lo pude dejar, ellos lo saben, sin embargo me dejan cacarear y creer que yo les estoy haciendo el favor a ellos, y no ellos a mi.
El saludo de Dionisio me saca de esos pensamientos, me trae a la realidad, estoy ahora parado en la puerta del cafe. Respondo al saludo, y luego del clasico intercambio de palabras entro y me siento en el mismo lugar de siempre, este lugar es perfecto, es una lastima que no se pueda fumar en su interior. Una vez acomodado, se me acerca la moza.


- ¿Ya sabe lo que va tomar? ¿O desea ver la carta? - pregunta la mosa , podria contestar "lo de siempre". Dado a que como mencione antes, hace 7 meses que consumo lo mismo aca.


- No, no es nesario la carta, quiero una jarra de cerveza tirada, ¡Gracias! - Contesto con mi clasica sonrisa amable, despreocupada, como uno mas.


Apenas se aleja la mosa empiezo a filosofar, sobre todo lo que pasó estos 7, casi 8 meses, es algo que no puedo evitar, caer en lo mismo, siempre, pero bueno las cuestiones de amor, son asi. Amor y locura, como diferenciarlos si ambos, van de la mano.
La cerveza llega, me dedico a ella, blanqueando la mente, y dejando la tormenta mental para la caminata a Puerto Madero.

Las 21hs, termine las dos jarras de cerveza, un poco atontado salgo del lugar, deshinibido, con todos los efectos del alcohol, una sonrisa tonta, y una estupida alegria. Despues de saludar a todos, si a todos, con el efecto del alcohol, de pronto todo el mundo me es familiar. Salgo a la calle y emprendo viaje a mi destino, bajando por la Avenida de Mayo, apenas cruzo la Avenida 9 de Julio mi mente entra en un estraño foco, y empiezo con la revision del pasado, las muertes, las tantas muertes, un don, una maldicion, una falsa inmortalidad que me embarga desde Dios sabe cuando, solo que esta vez es distinto, por que ahora estoy solo. Este viaje mental me lleva a Vienna, Praga, Munich, Kiev, Estocolmo, Venecia, un largo viaje por el viejo continente, lleno de recuerdos, lamentablemente malos recuerdos